Columna de opinión: Startups e innovación empresarial

 

Por Alejandra Rivera, editora de DF Lab

Cada dos años, el Ministerio de Economía, da a conocer la encuesta de gasto en investigación y desarrollo (I+D). En las últimas ediciones, el gasto o más bien inversión, ronda el 0,36% del Producto Interno Bruto (PIB), donde el mayor desembolso proviene del Estado, con una proporción de dos tercios, versus un tercio que invierten las empresas.

Todas las voces coinciden en que esta proporción debe invertirse para estar en línea con los países de la OCDE. No obstante, a nivel local, son las startups las que están concentrando la investigación, el desarrollo y la innovación (I+D+i), apalancadas con recursos públicos, principalmente de Corfo, pero también, lentamente, comienza a sumarse el sector privado.

Son pocas las compañías que tienen las capacidades instaladas para crear áreas de I+D+i en su seno, no sólo por los recursos que implica, sino también por el conocimiento y cultura necesaria para que la innovación ocurra. De hecho, pocas decenas postulan a la Ley de I+D de beneficio tributario.

En este contexto, entidades como Fundación Chile, Socialab e Innspiral, se han transformado en intermediarios de procesos de innovación abierta, donde las empresas lanzan desafíos y las startups proponen soluciones, principalmente tecnológicas, para resolver alguna necesidad de una compañía.

Esta pareciera ser la tendencia en Chile para que las empresas innoven, ya sea en procesos internos, de cara al cliente o incluso, en la creación de nuevos productos. A la fecha, compañías de diversos rubros como BHP, Consorcio, Entel, Walmart, SQM, Clínica Alemana, Caja Los Andes y Bci -por nombrar algunas- han levantado procesos de innovación abierta, con diferentes grados de éxito.

Se trata de una tendencia al alza, que tiene sus ventajas, pero también desventajas, pues a veces resulta difícil la integración de una solución disruptiva en una compañía tradicional. Las startups, muchas de ellas nativas digitales, tienen una cultura diferente para hacer las cosas, donde la velocidad y las metodologías ágiles, son las que priman a la hora de innovar.

No obstante, hay compañías que van un poco más adelante y en lugar por impulsar la innovación abierta, han creado áreas de corporate venture capital -capital de riesgo corporativo- para aportar financiamiento a startups de impacto, que quieran escalar soluciones que le hacen sentido al corazón de su negocio. En estas ligas juegan empresas como Copec, Cencosud, Grupo Kauffman y Masisa.

Pese a las complejidades, esta nueva forma de relación emprendimiento-empresa comienza a ganar terreno en esta época de pandemia y aceleración digital, como una alternativa para integrar innovación en las grandes compañías y acelerar el famoso “time to market”, es decir, el tiempo de llegada al mercado.